Lun, 13 Julio 2020
Pacopampa es un centro ceremonial construido hace 3 000 años sobre una colina, a 2 500 msnm, en la cuenca del río Chotano y adyacente al centro poblado menor de Pacopampa, distrito de Querocoto, provincia de Chota, región Cajamarca. Este templo es parte del complejo arqueológico del periodo Formativo (3 000-50 a.C.) más antiguo y extenso de la sierra norte del Perú.
Se trata de un gran edificio de 300 x 120 m y una altura de 20 m, compuesto de tres grandes plataformas superpuestas de manera escalonada en la colina. Monumentales escalinatas, instaladas al centro de estas, permitían el ascenso hasta la cúspide del templo, en la cual se construyeron una serie de edificios asociados a patios y plazas hundidas. Allí se congregaban -en particulares fechas- las personas que vivían en aldeas situadas alrededor del centro ceremonial, para participar de una serie de actividades ceremoniales relacionadas a su cosmovisión y veneración de diferentes elementos de la naturaleza, lo que permitía mantener la subsistencia de la comunidad. Este monumento es el resultado de sucesivas construcciones y remodelaciones arquitectónicas
ejecutadas durante casi un milenio. Los cambios en la arquitectura y la decoración de las vasijas de cerámica, nos permiten dividir el desarrollo del templo en dos fases o periodos: Pacopampa I (1200 a 800 a.C.) y Pacopampa II (800 a 500 a.C.).
Tumba oval. Aquellos ritos y ceremonias, así como las remodelaciones del templo, eran dirigidas por un grupo de líderes - sacerdotes. Durante la última semana de setiembre de 2015, se exhumaron los restos de dos importantes personajes de aquella antigua élite que fueron enterrados hacia el año 700 a.C., en una tumba de forma oval de 90 cm de diámetro y 1 m de profundidad. Fue construida previamente a la remodelación, durante la Fase II, del Patio Cuadrangular Hundido, un escenario de reuniones públicas en las que se realizaban actividades ceremoniales que implicaban el consumo de alimentos y bebidas.
Se trata de dos individuos adultos que fueron enterrados con los cuerpos flexionados y dispuestos uno junto al otro en direcciones opuestas al este y oeste. El primer y principal individuo fue depositado flexionado sobre su dorso y orientado al este. Este personaje portaba
un collar de oro integrado por 31 cuentas en forma de esferas, cada una compuesta de cinco a seis diseños de eslabones en forma de "8" (de 1.5 cm de diámetro), y de un dije central en forma de colmillo, con un peso total de 96.88 gr. Frente al cráneo de este personaje se depositaron a modo de ofrendas una serie de minerales con particulares colores: cinabrio rojo, hematita marrón, zurita azul, malaquita verde, calcita blanco y al final, magnetita azul brillante, cubriendo parcialmente alguna de las anteriores. Posteriormente, se depositó -cubriendo parcialmente al anterior- al segundo individuo flexionado sobre su lado derecho y orientado al oeste. Sobre sus caderas se colocó, a manera de ofrenda, una botella asa estribo de 20 cm de altura, modelada en forma de una serpiente con cabeza de jaguar que muestra los colmillos trabados, mientras que en el cuerpo se aprecian diseños romboidales incisos.
La representación de esta excepcional botella permite comprender el diseño del collar de oro como una representación simbólica del movimiento de la serpiente (forma de "8") asociada al colmillo del jaguar (representado en dije), elemento que aún hoy es usado como emblema de poder por los líderes y chamanes amazónicos. Ambas ofrendas dan el nombre de Sacerdotes de la Serpiente Jaguar a estos personajes que portaban los emblemas y la representación de esta posible deidad, quienes dirigían las ceremonias que se realizaban en el Patio Hundido, a cuyo lado fueron enterrados. Los minerales que fueron ofrendados al sacerdote principal se utilizaban como pigmentos en una serie de objetos (v.g. cerámica) y en pintura mural. Su naturaleza y sus colores tienen un significado simbólico que aún no podemos conocer.
A los Sacerdotes de la Serpiente Jaguar, se suman otros importantes personajes exhumados en el templo, como las sacerdotisas La Dama de Pacopampa (2009), La Dama del dije de oro y Las sacerdotisas del San Pedro (2012) que portaban ornamentos de oro y plata, finalmente elaborados como emblemas de su poder que tras su muerte, se convirtieron en importantes ancestros que trasmitían su "poder espiritual" a los espacios arquitectónicos en los que fueron enterrados, recibiendo además un particular culto en asociación a otras actividades ceremoniales que se realizaban en estos ambientes.
Al momento que el templo de Pacopampa funcionaba y era dirigido por sus sacerdotes, una serie de similares templos funcionaban en diferentes territorios de la costa y sierra de los Andes centrales, siendo uno de los más emblemáticos el de Chavín de Huántar en Áncash. La evidencia de sacerdotes con ajuares de oro también está presente en el desarrollo del templo de Kuntur Wasi en Cajamarca.
Lo hallado en Pacopampa y Kuntur Wasi demuestra que estos sacerdotes tenían acceso a recursos naturales de diferentes zonas ecológicas y regiones, y evidencia que pudieron formar parte de una red de peregrinación entre templos de una gran región, generando una dinámica social que permitió la emergencia del poder y la diferenciación social que caracteriza a esta época que los arqueólogos llamamos periodo Formativo.
Además, se han hallado más de 50 contextos funerarios de diferentes rangos sociales y fases cronológicas, algunos de los cuales corresponden a individuos que conformaron parte del grupo especializado en la ejecución de estos rituales. De estos personajes, destacan la Dama de Pacopampa y el Sacerdote de la Serpiente Jaguar como auténticos sacerdotes líderes.
Estos singulares hallazgos son resultado de diez años (2005-2015) de intensivas y sistemáticas investigaciones arqueológicas desarrolladas en Pacopampa en el marco del convenio entre la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y el Museo Nacional de Etnología del Japón, cuyo objetivo es el estudio del origen y desarrollo de la complejidad social en los Andes centrales.
Yuji Seki / Juan Pablo Villanueva y Daniel Morales
Museo Nacional de Etnología, Japón /Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú